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Gheos Natural

10 de noviembre de 2025

Inflamación silenciosa: cómo proteger tu salud

La inflamación silenciosa es un proceso inflamatorio de bajo grado que actúa de forma crónica y sin síntomas evidentes. A diferencia de la inflamación aguda —que se manifiesta con dolor, fiebre o enrojecimiento— esta forma actúa en segundo plano, afectando progresivamente al sistema inmunitario, al metabolismo y al equilibrio emocional. Durante el invierno, factores como el frío, el déficit de vitamina D, el sedentarismo y una alimentación más calórica crean un terreno ideal para que esta inflamación se mantenga activa. Reconocerla y actuar a tiempo es clave para proteger la energía, prevenir recaídas y fortalecer las defensas naturales del organismo.

Ilustración médica que compara el cuerpo humano en estado normal y con inflamación silenciosa, mostrando las barreras hematoencefálica, hematorretiniana, nerviosa y linfática.
Comparativa entre un organismo en equilibrio y uno afectado por inflamación silenciosa.

Cómo influye en la inmunidad, el estado de ánimo y la energía

Durante los meses fríos, el organismo se enfrenta a más estrés oxidativo, menor exposición solar y una reducción en la síntesis de vitamina D, factores que debilitan la capacidad antioxidante del cuerpo.
La inflamación silenciosa contribuye a:

  • Menor eficacia inmunitaria, con más infecciones respiratorias.

  • Fatiga persistente y sensación de “energía baja”.

  • Alteraciones del ánimo relacionadas con una menor producción de serotonina y dopamina.

  • Desequilibrios metabólicos, como aumento de la glucosa o dificultad para mantener el peso corporal.

Por qué aumenta en invierno

El invierno reúne una serie de factores que favorecen la aparición y el mantenimiento de la inflamación silenciosa. Con menos horas de luz y temperaturas más bajas, el cuerpo experimenta cambios fisiológicos, hormonales y conductualesque alteran su equilibrio natural.

En primer lugar, la disminución de la exposición solar reduce la síntesis de vitamina D, una hormona esencial para regular la respuesta inmune y controlar la inflamación. A esto se suma el mayor sedentarismo, ya que el frío y los días más cortos reducen la actividad física espontánea, afectando la circulación, el metabolismo y el tono vagal.

Por otro lado, durante esta época tendemos a consumir más alimentos calóricos, ricos en azúcares y grasas inflamatorias, y a pasar más tiempo en espacios cerrados, con poca ventilación y mayor circulación de virus respiratorios. Todo ello genera un entorno propicio para mantener activa una respuesta inflamatoria de bajo grado.

Además, existe un desajuste entre nuestros ritmos internos y los ritmos biológicos de la naturaleza: mientras el entorno se desacelera, nosotros seguimos con el mismo nivel de exigencia laboral y social, lo que incrementa el estrés crónico y altera la calidad del descanso. Este cóctel de factores debilita progresivamente el sistema inmunitario y favorece la inflamación silenciosa.

Cómo modular la inflamación crónica de forma natural

Combatir la inflamación silenciosa no consiste en “apagar” un síntoma puntual, sino en modular de forma inteligentelos mecanismos que la mantienen activa. El objetivo es recuperar el equilibrio interno del organismo apoyando los sistemas que regulan la respuesta inmune, el metabolismo y el estrés oxidativo. Para ello, existen herramientas eficaces y seguras —respaldadas por evidencia científica— que combinan nutrición, hábitos de vida saludables y fitonutrientes con acción antiinflamatoria. Estas estrategias, aplicadas de forma preventiva y personalizada, pueden marcar la diferencia en cómo vivimos el invierno: con más energía, resiliencia y bienestar integral.

PEA (Palmitoiletanolamida)

La PEA es una molécula endógena —es decir, producida naturalmente por nuestro organismo— con una potente acción moduladora sobre la respuesta inflamatoria y el sistema nervioso. Actúa principalmente activando los receptores PPAR-α, lo que ayuda a reducir la liberación de mediadores proinflamatorios y a equilibrar la actividad de las células inmunes, especialmente de la microglía a nivel del sistema nervioso central.

Numerosos estudios clínicos han demostrado que la PEA es eficaz en cuadros de inflamación de bajo grado, dolor crónico, fatiga persistente y alteraciones inmunitarias. Su uso como suplemento es bien tolerado y puede ser un apoyo valioso en situaciones en las que el organismo necesita modular la inflamación sin bloquearla.

Además, al ser una molécula natural y lipídica, puede combinarse de forma sinérgica con otras estrategias antiinflamatorias (como omega-3 o polifenoles), potenciando su efecto regulador.

Pieralice, S., Vari, R., Minutolo, A., Maurizi, A. R., Fioriti, E., Napoli, N., Pozzilli, P., Manfrini, S., & Maddaloni, E. (2019). Biomarkers of response to alpha-lipoic acid ± palmitoiletanolamide treatment in patients with diabetes and symptoms of peripheral neuropathy. Endocrine, 66(2), 178–184. https://doi.org/10.1007/s12020-019-01917-w

Omega-3 (EPA y DHA)

Los ácidos grasos omega-3, presentes en pescados azules y algunas fuentes vegetales, son esenciales para mantener un equilibrio saludable entre procesos proinflamatorios y antiinflamatorios. El EPA y el DHA actúan como precursores de moléculas llamadas resolvinas y protectinas, que no solo reducen la inflamación, sino que ayudan al cuerpo a resolverla de forma natural, sin interferir con sus mecanismos de defensa.

En la dieta occidental, suele haber un exceso de omega-6 y un déficit de omega-3, lo que inclina la balanza hacia un terreno inflamatorio crónico. Su suplementación ayuda a mejorar la proporción AA/EPA (un marcador importante del estado inflamatorio) y favorece la función inmunitaria, cardiovascular y cerebral.

Tomados de forma regular, los omega-3 pueden contribuir a mejorar el estado de ánimo, reducir el dolor articular, modular la respuesta inmune y proteger frente al desgaste oxidativo típico de los meses fríos.

Simopoulos A. P. (2002). Omega-3 fatty acids in inflammation and autoimmune diseases. Journal of the American College of Nutrition, 21(6), 495–505. https://doi.org/10.1080/07315724.2002.10719248

Boswellia serrata

La Boswellia serrata es una planta utilizada tradicionalmente en la medicina ayurvédica por sus propiedades antiinflamatorias profundas y seguras. Su principio activo, el ácido boswélico, actúa inhibiendo la enzima 5-lipoxigenasa, responsable de la formación de leucotrienos —mediadores clave en procesos inflamatorios crónicos.

A diferencia de algunos antiinflamatorios sintéticos, la Boswellia no bloquea por completo la respuesta inmunitaria, sino que la modula, lo que la hace especialmente útil en inflamaciones de bajo grado y de larga duración. Se ha estudiado en contextos como dolor articular, enfermedades intestinales inflamatorias, asma y síndromes dolorosos musculoesqueléticos.

Combinada con otras estrategias como la PEA, omega-3 o una dieta antiinflamatoria, potencia la regulación de la cascada inflamatoria, mejorando la calidad de vida y reduciendo síntomas sin efectos secundarios significativos.

Además de aplicar estas estrategias en la práctica diaria, es fundamental profundizar en su comprensión y uso clínico. Si eres profesional de la salud y quieres incorporar herramientas efectivas para modular procesos inflamatorios, puedes acceder a nuestro área profesional donde encontrarás formaciones, materiales y recursos avanzados.

Yu, G., Xiang, W., Zhang, T., Zeng, L., Yang, K., & Li, J. (2020). Effectiveness of Boswellia and Boswellia extract for osteoarthritis patients: a systematic review and meta-analysis. BMC complementary medicine and therapies, 20(1), 225. https://doi.org/10.1186/s12906-020-02985-6

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Dieta antiinflamatoria

La alimentación juega un papel central en la regulación de la inflamación silenciosa. Cada comida puede convertirse en una herramienta para apagarla o para mantenerla activa. Por eso, seguir una dieta antiinflamatoria no significa restringirse, sino elegir alimentos que aporten nutrientes reguladores, antioxidantes y ácidos grasos saludables, mientras se reducen aquellos que estimulan respuestas inflamatorias de bajo grado.

Una alimentación bien estructurada ayuda a equilibrar el sistema inmunitario, mejorar la salud intestinal —clave para modular la inflamación— y mantener estable la energía y el estado de ánimo. Esta estrategia es especialmente importante en invierno, cuando el metabolismo tiende a volverse más lento y el cuerpo necesita un soporte extra para mantenerse en equilibrio.

Claves de una dieta antiinflamatoria eficaz:

  • Frutas y verduras frescas de temporada: aportan polifenoles, flavonoides y antioxidantes que neutralizan radicales libres. (Ej.: coles, calabaza, granada, zanahoria, cítricos).

  • Alimentos antiinflamatorios como salmón, aceite de oliva, frutos secos, avena, brócoli y arándanos para reducir la inflamación silenciosa.
    Alimentos ricos en ácidos grasos saludables, antioxidantes y fibra que ayudan a modular la inflamación silenciosa.

    Fuentes de omega-3: como pescados azules (sardina, caballa, salmón), semillas de lino o chía, que ayudan a regular mediadores inflamatorios.

  • Grasas saludables: aceite de oliva virgen extra como base principal de la dieta, rico en compuestos antiinflamatorios naturales.

  • Fibra y alimentos integrales: mejoran la salud intestinal y reducen picos inflamatorios asociados a la glucosa elevada.

  • Especias con acción antiinflamatoria: cúrcuma, jengibre, ajo y canela son aliados naturales para modular procesos inflamatorios.

Alimentos a limitar o evitar:

  • 🚫 Ultraprocesados ricos en azúcares, harinas refinadas y grasas trans.

  • 🚫 Lácteos industriales y productos con aceites vegetales refinados.

  • 🚫 Excesos de alcohol y bebidas estimulantes.

Adoptar este patrón alimentario de forma cotidiana reduce el estrés oxidativo, mejora la función inmunitaria y favorece la resiliencia metabólica, creando un terreno menos propicio para que la inflamación silenciosa se mantenga activa.

Además, una buena dieta potencia los efectos de otras estrategias naturales —como PEA, omega-3 o Boswellia—, generando un efecto sinérgico que contribuye a una mejor calidad de vida.

Hábitos de vida para reducir la inflamación silenciosa

Además de la alimentación y los suplementos específicos, los hábitos diarios tienen un impacto directo sobre la inflamación silenciosa. El estilo de vida moderno —marcado por el estrés crónico, la falta de movimiento y el descanso insuficiente— crea un terreno biológico ideal para que esta inflamación de bajo grado se mantenga activa.

Adoptar rutinas sencillas y sostenibles permite modular la respuesta del sistema nervioso autónomo, mejorar la oxigenación tisular, equilibrar hormonas clave (como el cortisol y la melatonina) y potenciar la capacidad natural de autorregulación del cuerpo. No se trata de hacer grandes cambios de golpe, sino de cultivar hábitos que devuelvan al organismo su ritmo fisiológico natural, especialmente durante el invierno.

Hábitos clave para modular la inflamación silenciosa:

  • Exposición solar diaria (cuando sea posible): estimula la síntesis de vitamina D, mejora el estado de ánimo y regula los ritmos circadianos.

  • Actividad física regular y suave: caminar, hacer movilidad articular, yoga o pilates estimula la circulación, activa la respuesta antiinflamatoria y mejora la sensibilidad a la insulina.

  • Gestión activa del estrés: técnicas de respiración diafragmática, coherencia cardíaca, meditación o pausas conscientes ayudan a reducir el tono simpático y mejorar la regulación vagal.

  • Sueño reparador: dormir entre 7 y 8 horas por noche en horarios regulares equilibra el sistema inmune, hormonal y nervioso. La falta de descanso es uno de los factores que más perpetúan la inflamación silenciosa.

  • Ritmo acorde a la estación: en invierno, respetar tiempos de descanso, reducir la sobreexigencia y crear espacios de calma contribuye a armonizar el organismo con los ritmos biológicos naturales.

  • Hidratación y fitoterapia suave: infusiones de té verde, cúrcuma, jengibre o rooibos ayudan a reducir el estrés oxidativo y aportan compuestos bioactivos antiinflamatorios.

Incorporar estos hábitos de forma constante tiene un efecto acumulativo: mejora la función inmunitaria, equilibra el sistema nervioso y crea resiliencia frente a las agresiones externas. Combinados con una alimentación antiinflamatoria y el uso adecuado de fitonutrientes, se convierten en una poderosa estrategia preventiva para mantener la salud durante el invierno.

Conclusión

La inflamación silenciosa es un proceso sutil pero profundo: no genera síntomas evidentes al inicio, pero mina progresivamente la energía, las defensas y el equilibrio general del organismo. Durante el invierno, factores como la menor exposición solar, el sedentarismo, el estrés acumulado y la alimentación más calórica crean un entorno perfecto para que esta inflamación se mantenga activa sin que lo percibamos de inmediato.

La buena noticia es que no es un destino inevitable. A través de estrategias integrales —basadas en una dieta antiinflamatoria, hábitos de vida alineados con los ritmos naturales y el uso de fitonutrientes con evidencia científicacomo PEA, omega-3 o Boswellia— es posible modular esta respuesta y recuperar el equilibrio interno.

Prevenir la inflamación silenciosa no solo significa sentirse mejor hoy, sino también proteger tu salud a largo plazo.
Si buscas un apoyo natural y eficaz, puedes encontrar fórmulas específicas como PEA-FL, Inflamax, Omega 3 y Toxirid en nuestra tienda Gheos, diseñadas para modular la inflamación de bajo grado y fortalecer tus defensas.

La prevención es la mejor medicina… y el mejor momento para empezar es ahora.